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Fisiología de los peces: Regulación de los fluidos corporales

Autor: Federico R. Teiserskis
Contenido por cortesía de: Club Rosario de Acuariofilia

Para entender esto, es necesario hacer una breve descripción de los conceptos de “ósmosis”, y de “membranas semipermeables”.

Básicamente, diremos que la “concentración” de solutos en una solución nos da la “osmolaridad” de la misma. Es decir, la “osmolaridad” esta dada por la cantidad de sales (soluto) disueltas en el agua (solvente).

Una “membrana semipermeable” es aquella que dejará pasar el solvente, pero no el soluto. Podríamos simplificarlo diciendo que deja pasar “el agua” pero no las sales disueltas en ella.

Así, por el proceso natural de ósmosis, cuándo dos soluciones de diferente concentración están separadas por una membrana semipermeable, la solución más débil (menos concentrada, de menor osmolaridad) fluye a través de la membrana diluyendo la solución más concentrada hasta que ambas sean de igual concentración.

Esto anterior es importante, ya que la piel de un pez es una membrana semipermeable, que permite la transferencia de agua a su través. Y éste sentido está dado por el proceso de ósmosis, es decir, el agua se moverá hacia la zona de la membrana más concentrada.

Tanto los peces de agua dulce como los de agua salada tienen aproximadamente los mismos niveles naturales de agua y sal en su cuerpo, es decir que sus fluidos corporales son similares; pero cuentan con mecanismos muy distintos para mantener el equilibrio entre sus fluidos corporales y la salinidad del exterior.

Como la concentración de sales dentro de un pez de agua dulce es más fuerte que la del agua que lo rodea, el agua es absorbida por el cuerpo a través de la piel y las branquias.

El pez de agua dulce NO necesita “beber” agua, la absorbe a través de su piel, y sus riñones retienen las sales esenciales y eliminan grandes cantidades de orina débil.

Por el contrario, los peces de aguas saladas viven en un medio más concentrado (fuerte) que ellos, y en consecuencia, “eliminan” agua de su cuerpo por ósmosis. Es decir, el agua sale de su cuerpo en un intento por equiparar las concentraciones con el agua de mar.

Para combatir la deshidratación, estas especies deben beber agua de mar. Las sales innecesarias las eliminan por los riñones en pequeñas cantidades de orina salada, muy concentrada.

Este artículo no pretende extenderse mucho más allá de esta simple explicación sobre la regulación de los fluidos corporales, pero de esto pueden hacerse un par de deducciones:

Muchas enfermedades de los peces de agua dulce afectan el correcto desempeño de sus débiles riñones, y en estos casos, se presentan síndromes clínicos de “sobrehidratación”, como ser la ascitis y la hidropesía. Es decir, que estos síndromes clínicos son “la vía final común” de las alteraciones en la regulación hidroelectrolítica en las especies de agua dulce.

Por el contrario, los males que caracterizan a las especies de aguas saladas desencadenan en situaciones de “deshidratación” cuándo sus riñones son incapaces de concentrar la orina, ya que el agua que “beben” no la pueden retener por la piel ni por su sistema urinario.

Aunque parezca evidente, valga la aclaración, este mecanismo “inverso” del control de líquidos y electrolitos en las distintas especies es el principal fundamento por el cuál los peces de agua salada y los de agua dulce no pueden vivir unas en el hábitat de las otras.

Contenido por cortesía de:

Club Rosario de Acuariofilia



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