El biólogo Alfonso Balmorí hizo público ayer un estudio con el que trata de
demostrar la relación de causa efecto existente entre la desaparición
«significativa» de la población de gorriones y la generalización de las
instalaciones de antenas de telefonía móvil en la capital vallisoletana. El
informe, publicado el pasado mes de abril en la revista especializada 'Electromagnetic Biology and Medicine', recoge un muestreo efectuado en una treintena de localizaciones de la ciudad entre octubre del 2002 y mayo del 2006 sobre el número de ejemplares de estas aves y la intensidad de las radiaciones electromagnéticas.Las investigaciones efectuadas llevaron al biólogo a concluir que en aquellos puntos en los que se registró un mayor volumen de radiacciones es donde se contabiliza un descenso más acentuado de gorriones. En este sentido, Balmorí constató además que cuando se desmontaban estos aparatos, «los pájaros volvían a su lugar de origen».
Alfonso Balmorí, asesor científico de la asociación vallisoletana de Afectados por las Antenas de Telecomunicaciones, cuantificó en un 6% anual la disminución de gorriones en calles como Miguel Íscar o en plazas como Las Brígidas o Portugalete desde que comenzara sus indagaciones. Más preocupante es la situación del entorno del Campo Grande, parque en el que la población de
estos pájaros se ha reducido a la mitad. Especies de aves como los agateadores o como los picos carpinteros han llegado a desaparecer de este emplazamiento por esta causa, según explica el biólogo.
Los estudios realizados en esta materia dejan «prácticamente demostrados» los efectos de las radiacciones de las antenas sobre las personas, que se traducen en nauseas, insomnio y cefaleas.